La ciberseguridad en Europa afronta uno de sus mayores desafíos en un contexto geopolítico marcado por la inestabilidad, el auge del proteccionismo y una evidente falta de autonomía estratégica. El regreso de Trump a la Casa Blanca ha encendido todas las alarmas en Bruselas porque la dependencia de la UE en términos de tecnología y ciberseguridad se hace cada vez más evidente y ha generado gran incertidumbre respecto a la cooperación tecnológica de los EE. UU. en tecnologías críticas. (Europa en la encrucijada: Ciberseguridad y dependencia tecnológica)

La guerra en Ucrania no ha hecho más que agravar esta situación. La gestión de Trump de este conflicto, ignorando los intereses europeos y del propio país agredido, amenaza la autonomía europea, incrementando nuestra vulnerabilidad y dependencia exterior.

Hoy Europa asiste a una redefinición de los acuerdos sobre seguridad con los EE. UU., incluyendo la ciberseguridad, y pone en riesgo el acceso europeo a tecnologías esenciales para la defensa. Europa ha delegado gran parte de su ciberseguridad en proveedores de EE. UU. e Israel y esta dependencia tecnológica nos expone a un riesgo real de arbitrariedad en las decisiones que se toman desde fuera. En su primer mandato Trump ya dejó claro que su visión de las relaciones internacionales se basa en una lógica puramente económica y que sus socios y aliados lo serían mientras esas alianzas generasen un beneficio.

Los fondos de capital riesgo americanos (Thoma Bravo, Vista Equity Partners, Sequoia Capital o KKR) controlan la mayoría de las empresas tecnológicas y priorizan la rentabilidad sobre los intereses estratégicos europeos, aumentando nuestra exposición a decisiones externas. El gobierno de los EE. UU. ha utilizado su influencia para condicionar, mediante presiones regulatorias y sanciones económicas, a estas empresas, alineándolas con sus intereses mientras protege sus sectores estratégicos de intromisiones externas. Por su parte, Europa ha tolerado la adquisición extranjera de sus empresas tecnológicas, aumentando la dependencia externa en sectores estratégicos como la IA, el cloud o la ciberseguridad.

El deterioro en las relaciones con EE. UU. podría reducir la cooperación en ciber inteligencia y limitar la efectividad operativa de la OTAN, haciendo de Europa un objetivo más blando frente a ciberataques agresivos.

Ante esta situación, Europa debe impulsar una verdadera autonomía digital protegiendo y desarrollando una industria tecnológica propia. Aquí es clave la diversificación de la cadena de suministro mediante acuerdos sobre materias primas con América Latina y África para reducir la dependencia de EE. UU. y China.

La coordinación europea es otra asignatura pendiente. La fragmentación actual limita la capacidad de respuesta frente a amenazas globales. La creación de iniciativas como el Ciber escudo europeo sigue estancada por la lentitud política y ejecutiva comunitaria.

Esta debilidad podría incentivar ataques más agresivos por parte de adversarios como Rusia, China, Irán o Corea del Norte. Frente a este riesgo, la UE debe fortalecer instituciones como la Agencia Europea de Ciberseguridad (ENISA), mejorar capacidades operativas y desarrollar una industria europea de ciberseguridad independiente.

El caso de Estonia, víctima de un ciberataque ruso en 2007, ejemplifica la importancia de la autonomía digital, las infraestructuras resilientes y el talento. Estonia logró superar la crisis gracias a decisiones radicales de transformación. La misma transformación radical que necesita Europa.

Europa debe aprender que la soberanía digital pasa por identificar sus vulnerabilidades y apostar por soluciones propias. El regreso de Trump representa un desafío, pero también una oportunidad para acelerar esta transformación y asegurar la independencia tecnológica europea. No podemos permitirnos más retrasos en este camino hacia la autonomía tecnológica y evitar quedar relegados a un papel secundario en el nuevo orden mundial.

Tomás Gómez Pérez, Responsable de ciberseguridad Gobierno de la Rioja, Miembro del Grupo Seguridad AUTELSI.