A medida que la tecnología avanza con tanta rapidez, emergen nuevos roles vinculados al desarrollo de proyectos de Inteligencia Artificial (IA). En los últimos meses hemos sido testigos del surgimiento de nuevos roles, de nuevos perfiles tecnológicos como el AI Ethicist o el Prompt Engineer, Head of AI, entre otros. Sin embargo, más allá de los títulos que aparecen en las descripciones de los puestos, lo verdaderamente relevante son las habilidades que cada persona aporta al equipo y al proyecto a desarrollar.
Si bien es fundamental que cada integrante del equipo cuente con una asignación y función específica en el proyecto, el trabajar en la creación de productos de IA el éxito no dependerá del nombre del cargo que tenga cada colaborador, sino de sus skills, de su conocimiento, expertise tecnológica, la capacidad técnica y la disposición para desempeñar sus funciones dentro del equipo.
Cada especialista ponemos a disposición nuestra inteligencia, experiencia y creatividad para educar, entrenar, implementar y poner en producción sistemas de IA que impactan directamente en el mundo real. Ese compromiso merece la pena ser reconocido por parte de las organizaciones, ya que aporta valores en términos de confianza y sostenibilidad organizacional.
Todos los especialistas que tenemos conocimientos en esta materia y orbitamos en el entorno al desarrollo damos vida útil al sistema; la implementación, entrenamiento y despliegue en producción de IA nos lleva al razonamiento de que entregamos a la Inteligencia Artificial nuestra propia inteligencia para que sea un caso de éxito.
En algunas ocasiones los especialistas no poseen la categoría del verdadero rol que desempeñan en estos proyectos, pero poseen las competencias necesarias para llevar adelante soluciones complejas, funcionales y éticamente responsables. Por eso, es fundamental valorar y entender que los equipos de IA deben ser multifuncionales y multidisciplinarios para ser capaces de afrontar los desafíos desde distintas miradas y con una mentalidad abierta a innovar para así mejorar el impacto de la IA.
Siguiendo esta línea de razonamiento, los desarrollos serán más confiables, minimizando el surgimiento de inconvenientes, posibles sesgos y otorgando mayor confianza en que nuestro producto en IA sea acorde a la normativa, ética y buenas costumbres, cumpliendo así con un buen gobierno del dato.
La magia no se hace por si sola, cuando queremos desarrollar esta tecnología debemos escuchar diferentes puntos de vistas para encontrar un punto en común en el equipo que trabajará en el producto.
Lo que realmente importa no es el rol que figura en un organigrama, sino nuestras skills para convertir una idea en una solución de valor en las empresas y por sobre todo en la sociedad sin que las organizaciones pierdan de vista el valor agregado que aporta cada colaborador a la IA.
Romina Soledad Vargas, Unidad Especial de Investigación (SIU) Zúrich Insurance Company, Miembro del Grupo de Trabajo de Inteligencia Artificial AUTELSI, coordinadora de Aspectos Legales, Éticos y Sociales.
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