El 5G, que por fin empezamos a ver como una realidad, eso sí, conviviendo todavía en muchos lugares con el 4G, incluso con el 3G, es la quinta generación de tecnologías de telefonía móvil que promete velocidades de datos significativamente más rápidas, latencia mucho más baja y segmentación de la red para poder dar servicios a la carta. Las tecnologías 5G responden, entre otros aspectos, al continuo incremento en la demanda de servicios de telecomunicaciones por parte de usuarios particulares, empresas y Administraciones Públicas. El tráfico y la necesidad son cada vez mayores, lo que somete a las redes actuales a una gran presión. Según el Plan Nacional 5G, esta tecnología soportará el incremento masivo de dispositivos asociado al internet de las cosas, que a nivel mundial pasará de los 15.400 millones de dispositivos en 2015 a los 75.400 millones en 2025, proporcionará a cada terminal tiempos de descarga de ficheros mucho más rápidos y podrá atender a muchos más terminales de forma simultánea, lo que se conoce como comunicaciones ultradensas y las redes a medida (Network slicing).
Pero asociado a todos estos beneficios tenemos también nuevos riesgos de seguridad, según la Agencia de Protección de datos española, tres son los elementos de la tecnología 5G que pueden tener impacto en la privacidad y seguridad, la virtualización, el edge computing, y localización, generando nuevos riesgos, entre ellos algunos de los que identifica la APDE son:
- Geolocalización precisa del usuario: El hecho de que 5G emplee muchas más estaciones base y menos distancia entre ellas, hace que la localización geográfica basada en la red sea mucho más precisa.
- Perfilado y decisiones automatizadas: el incremento en cantidad y en categorías de datos circulando por la red, multiplicado por la cantidad de dispositivos que cada ciudadano tendrá conectado mediante 5G (IoT), va a permitir llegar a una individualización precisa de las personas y el desarrollo de servicios que permitan la toma de decisiones automáticas sobre las personas (IA y servicios en tiempo real).
- Reparto de responsabilidad entre fabricantes, operadores de red y proveedores de servicios: se prevé un aumento sustancial en el número de agentes que pueden participar en el tratamiento de datos personales con el despliegue de redes 5G y con la explosión de nuevos servicios. Esto podría llevar a problemas de ambigüedad en cuanto a la responsabilidad por el tratamiento de los datos, es decir que la responsabilidad de cada una de las partes quede diluida.
- Aumento exponencial de la superficie de exposición a ciberataques: el incremento de servicios, conectividad, interoperabilidad y puntos de entrada y gestión a la red incrementaran las oportunidades de que se materialicen amenazas a la privacidad.
- Dinamismo en las funciones de gestión de las comunicaciones: si en las generaciones previas las funciones de gestión de red estaban, de facto, cableadas, la posibilidad de actualización de esta mediante software introduce problemas de estabilidad, trazabilidad de versiones, actualizaciones por diversos intervinientes, puertas traseras, malware de fábrica y hacking.
- Posible pérdida de control del usuario: esto puede producirse sobre los flujos de datos, con posibles implicaciones transfronterizas, así como en el ejercicio de derechos. El 5G usa un modelo de procesamiento distribuido y dinámico, donde está previsto que los datos y procesamientos se muevan en tiempo real a la ubicación física en el que sean más necesarios o sea más eficaz su procesamiento
Por lo tanto, para poder extraer las máximas ventajas de la tecnología y disminuir sus posibles riesgos, necesitamos más que nunca un marco de derechos digitales, y un entorno claro de la neutralidad de red ya que por ejemplo el hecho de que la infraestructura que da soporte a las redes vaya a estar basada en software tiene muchas ventajas, pero también inconvenientes, y es que puede tener mayores riesgos de ataque y de espionaje.
María Gutiérrez Puente, Gerente GRC en NTT Data y miembro del Grupo de Telecomunicaciones de AUTELSI.
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