Se considera secreto empresarial cualquier información o conocimiento, incluido el tecnológico, científico, industrial, comercial, organizativo o financiero. (art. 1 de la Ley 1/2019, de 20 de febrero, de Secretos Empresariales).

¿Cuántas empresas desarrollan conocimiento de valor que deba mantenerse en secreto?

El secreto empresarial es un activo que genera una ventaja competitiva. O dicho de otro modo, pueden generar una desventaja competitiva si la competencia accede a esta información.

Entender los riesgos que entraña una gestión ineficaz de los secretos empresariales y el Know How, como metodología y forma de hacer las cosas, es fundamental en una sociedad tremendamente competitiva.

Las ideas, ideas son, pero si las plasmamos en algo tangible y las desarrollamos técnicamente, cosa que es muy difícil, tiene un extraordinario valor empresarial y estratégico.

Más allá de la protección que otorga una patente o un modelo de utilidad (derechos de propiedad industrial adquiridos mediante registro) o la posible protección que te aporta la propia intelectual (obtenida desde su creación), que dicho sea de paso también exige medidas preventivas para acreditar la autoría y la propiedad, los secretos empresariales y comerciales nacen con una total desprotección de origen.

Los riesgos del uso de las tecnologías de la información y comunicación

Y el problema es que este riesgo se ha agravado con el uso de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC). La digitalización, la descentralización de los sistemas de información, la externalización de procesos, el teletrabajo etc. han incrementado la pérdida de control sobre estos activos de información. Ahora es más difícil controlar o evitar la copia, la difusión ilícita y la protección de los conocimientos técnicos y la información empresarial no divulgada (secretos comerciales). Ahora es más fácil llevarse en el bolsillo un “pen drive” cargado de secretos empresariales como bases de datos comerciales o documentación confidencial (ficheros electrónicos). Ahora los “intrusos” internos y externos que acceden sin autorización, los usuarios que se reenvían información por correo electrónico o se descargan estos secretos desde otros dispositivos, son mas impermeables, están menos expuestos.

Pero esto se llama robo, copia no autorizada o espionaje comercial o industrial. Esto son actos de competencia desleal o incluso delitos. Y no hablo de la experiencia y las competencias adquiridas por los trabajadores durante el normal transcurso de su carrera profesional.

Recordamos casos como el de Superlópez, que después de reflotar General Motors voló a Volkswagen con los secretos debajo del brazo; Procter & Gamble y Unilever; Ferrari y McLaren; Gillette, entre otros, donde se acreditó la revelado secretos, pero hay múltiples casos desconocidos.

La sociedad actual ha sufrido una considerable pérdida de valores. Crece el fraude interno. Crece la percepción de los trabajadores y usuarios de esta “información” de que “esto es suyo porque me lo puedo llevar fácilmente”. Crece la impunidad y los derechos adquiridos en el uso de secretos comerciales empresariales.

Y es sorprendente ver como multitud de empresas y emprendedores se rasgan las vestiduras cuando se materializa el riesgo.

¿Cómo puedo proteger el Know How y los secretos empresariales?

La cuestión es: ¿Qué podemos hacer?. Lo primero es tomar conciencia de este riesgo. Lo segundo es adoptar medidas razonables para mantener en secreto esta información: hacer firmar acuerdos de confidencialidad, definir marcas de agua, levantar actas notariales, e implementar otras medidas que permitan trazar la consideración de secreto empresarial y la obligación de no revelación. Lo tercero es mejorar la gestión de la seguridad de la información, la encriptación de la información, establecer sistemas de control de intercambio de información, de control de acceso a los documentos y de privilegios de acceso a los usuarios de los sistemas que manejan esta información secreta y privilegiada. ¿Y porque no el uso de blockchain?

Sea lo que sea, es el momento de actuar y poner foco en esta situación de riesgo adoptando las medidas oportunas para proteger nuestros activos de información y nuestros secretos empresariales y comerciales. Y no olvidemos que la mejor manera de alcanzar nuestros objetivos es estableciendo metas específicas y viables. Y definir sistemas que permitan alcanzar esos resultados.

Los científicos conductistas saben que si se ofrece una recompensa o un castigo adecuado se puede lograr que una persona actúe de una manera determinada y no olvidemos que ¡los errores son mi responsabilidad!

Oscar López, director General UBT Legal & compliance. Presidente del Grupo de Regulación y del Observatorio de Privacidad y Derechos Digitales de AUTELSI