¿Estamos con la IA frente al “gran filtro” que liquida las civilizaciones? El mindfulness podría ser nuestro último recurso para superar el “gran filtro”

El economista Robin Hanson formuló la teoría del gran filtro en 1996. Hanson comenzó explicando cómo se forma la vida en el universo y para ello estableció una serie de hitos consecutivos que son completamente necesarios:

  1. El sistema planetario adecuado (incluyendo química orgánica y planetas potencialmente habitables)
  2. Moléculas reproductivas (p. ej., ARN)
  3. Vida unicelular (procariota)
  4. Vida unicelular compleja (eucariota)
  5. Reproducción sexual
  6. Vida pluricelular
  7. Animales con cerebros grandes usando herramientas
  8. Primeros intentos de exploración a otros planetas  (donde nos encontramos ahora)
  9. Explosión de colonización[1].

Hanson razonó que, si no hemos sido capaces de encontrar vida de ningún tipo en el universo es porque en alguna de estas fases hay un filtro prácticamente imposible de sobrepasar que la destruye antes de que llegue más lejos en términos evolutivos. La cuestión es… ¿Qué filtro es ese? y lo más importante ¿Lo hemos pasado ya?

Según esta hipótesis, al menos uno de estos pasos —suponiendo que la lista sea completa— tiene que ser improbable. Si no es un paso temprano (ya en nuestro pasado), entonces la implicación es que el paso infranqueable (el filtro) se halla en nuestro futuro y nuestras esperanzas de lograr el paso 9 se desvanecen. Si los pasos ya pasados fueran fácilmente realizables, entonces muchas civilizaciones se habrían desarrollado al nivel actual de la especie humana. Sin embargo, ninguna parece haberlo hecho para dar el noveno paso (esta es la llamada paradoja de Fermi), o la Vía Láctea estaría llena de colonias alienígenas. Así pues, quizás el paso 9 es el improbable, y actualmente lo único que podría impedirnos alcanzar el paso 9 es alguna clase de catástrofe natural o artificial o el agotamiento de recursos que impediría dar el paso debido al consumo de los recursos disponibles.

Esto querría decir también que encontrar, por ejemplo, vida pluricelular en Marte (que hubiera evolucionado independientemente de nosotros) sería una mala noticia, pues implicaría que los pasos 2 a 6 serían fáciles, mientras que la dificultad radicaría en los otros pasos (u otro desconocido). Otra opción es que quizás somos la primera civilización en haber avanzado tanto y ya hemos pasado el gran filtro y el futuro básicamente nos pertenece, o simplemente, no hay gran filtro y todo es producto de las elucubraciones de nuestra mente, lo que no puede descartarse en absoluto.

Por otro lado,  postulo yo de mi propia cosecha que, quizás el paso 9 implique, necesariamente entre otras tecnologías críticas, el desarrollo con éxito de algún tipo de inteligencia artificial , ya que si algo queda claro con las formas de vida biológicas y los viajes interestelares es que son poco compatibles, ya que las primeras no están pensadas para estar periodos prolongados en el espacio soportando tanto la radiación cósmica como la ingravidez y que para cualquier forma de hibernación, o de cultivo de embriones en el espacio y su posterior crecimiento y crianza, o simplemente para orientarse con éxito en el vasto espacio interestelar, es condición necesaria alguna inteligencia artificial  -básicamente intemporal y sin procesos biológicos frágiles en delicado equilibrio-, que nos acompañe en todos estos procesos.

La cuestión es, ¿no podría ser esta catástrofe, en este caso no natural,  o este agotamiento de los recursos, una consecuencia del mal uso de la Inteligencia Artificial? Si este fuera el caso, indudablemente el gran filtro estaría delante de nosotros, lo que por una lado es una mala noticia (a la vista de la falta de evidencias de otras civilizaciones alienígenas sería casi imposible de superar porque además hay otras tecnologías generales como candidatos alternativos o complementarios como gran filtro, como la biología sintética, la nanotecnología, etc.) pero, en el plano positivo, seria nuestra responsabilidad superarlo (pues nos va todo en el envite).

¿Y cómo lo estamos haciendo con esta tecnología que es la Inteligencia Artificial? Parece que, este punto, conviene recordar el célebre aforismo:

“Quien no conoce su historia está condenado a repetirla”

Con la IA nos enfrentamos al clásico problema de la contención, es decir, a nuestra capacidad global, de controlar, limitar y en su caso, detener, la tecnología en cualquier fase de desarrollo o distribución. Y no sólo es un problema técnico, sino también cultural, político y legal profundamente interrelacionados que deben estar muy bien hilados a todos los niveles porque las consecuencias de estos cambios en esta tecnología en particular se propagan globalmente  en cuestión de semanas y días, ya no es una cuestión de meses o años. Y si algo nos muestra la historia -de ahí el aforismo- es que pocas veces hemos logrado esta contención, con las únicas excepciones – parciales e imperfectas-, de la no proliferación de las armas nucleares y de las moratorias sobre armas biológicas o químicas.

El problema con la IA es que sus riesgos no son tan fáciles de visualizar como los de las excepciones anteriores, además de que los beneficios e incentivos de desarrollar la IA son enormes, lo que hace más difícil si cabe la contención porque se trata de una carrera por el liderazgo mundial no sólo de  empresas, sino de países enteros. A ello se ha de añadir que la IA tiene una naturaleza muy diferente a otras revoluciones tecnológicas, pues es la primera tecnología de la inteligencia que inventamos. Presenta tres características particulares:

  • Es muy incipiente (una “ameba” en la escala evolutiva, con menos de 70 años, pero con resultados ya muy asombrosos, por lo que podemos afirmar que apenas hemos visto nada de su potencial para lo bueno y para lo malo).
  • Es la primera tecnología que hemos creado que puede tomar decisiones por sí misma, en segundos, dejando el componente humano fuera de la ecuación de control e intensificando nuestra dependencia de esta tecnología a todos los niveles, conforme vaya permeando en todos los ámbitos de nuestra civilización.
  • Es la primera tecnología que puede crear nuevas ideas: esto es especialmente grave si no se identifican como IA ante nosotros, ya que disponen de toda la información sobre nosotros para pasar de conquistar nuestra atención como hasta ahora en las redes sociales, a ganar nuestra confianza, que es una de las bases que sustentan las democracias plenas y si esta se mina, lo que queda es bien totalitarismo o bien anarquía en sus distintas manifestaciones.

Además, su escala temporal tampoco ayuda ya que, al ser de origen exponencial (es un subproducto de la “ley” de Moore), desafía nuestra experiencia sensorial y toda nuestra evolución biológica, pues no sabemos calcular bien cómo se despliegan los acontecimientos cuando son de esta naturaleza (somos lineales). Por otro lado, se trata de una tecnología de propósito general que supone un cambio de fase (parecido al paso de sólido a líquido) respecto de las revoluciones tecnológicas previas. Y como todo cambio de fase, ésta tiene propiedades totalmente nuevas, pues trabajan con información en vez de con átomos y con nuevos niveles de abstracción y complejidad. Es por ello por lo que las herramientas tradicionales de medición y pronóstico de tecnologías anteriores simplemente no sirven.

¿Repetiremos nuestra historia tecnológica con la IA, o mejoraremos nuestros registros históricos?  La diferencia con esta nueva fase de tecnologías de la inteligencia (la IA sólo es la primera de ellas) es que, si mi hipótesis es cierta y el filtro está justo delante nuestro, quizás no haya oportunidad de equivocarse nuevamente y nunca lleguemos al paso 9.

Llegados a esta encrucijada de incertidumbre, ambigüedades y opiniones divergentes y para todos los gustos, mis esperanzas están depositadas en el sustrato más fundamental de lo que nos define como seres humanos, debemos centrarnos en el ser y no en el hacer, por lo que nuestra brújula a cada paso mientras tratamos de atravesar “el gran filtro” debe ser la de aferrarnos a la plegaria fundamental mindfulness (atención plena enfocada en el presente):

“Que sepamos aceptar las cosas que no podemos cambiar (la condición humana, el deseo de innovar y liderar y beneficiarse de ello), que tengamos el coraje para cambiar las cosas que sí podemos (la regulación, la percepción del riesgo, el escrutinio social y otras salvaguardas a todos los niveles)  y la sabiduría para discernir la diferencia entre ambas para acabar siendo la sal de la Tierra más allá del gran filtro  y no otro eslabón superado de la Evolución (cambio de especie dominante) u otra civilización que no superó el gran filtro, sea en dos décadas o en doscientos años”

[1] Aquí subyace la premisa de que el objetivo de toda inteligencia es colonizar el universo y llenarlo con esta inteligencia. Podría ser una premisa falta a nivel de todo el universo, pero sí parece correcta desde un punto de vista antropocéntrico.

Santiago Ferrís Gil, jefe del Servicio de Telecomunicaciones de la Generalitat Valenciana y miembro del Grupo de Telecomunicaciones e IA de AUTELSI.