En un mundo tecnológicamente avanzado, la comprensión de las tendencias emergentes y de su impacto en el ecosistema empresarial es vital. Esto se debe, principalmente, a que las tecnologías no son meras herramientas, sino que también son catalizadoras de transformaciones en sistemas y mercados.

Si eligiéramos una de las tendencias tecnológicas que más nos influirá, el próximo año, sin duda, la Inteligencia Artificial sobresale por encima del resto. Aunque la IA general aún está lejos, el uso de la IA generativa como copiloto personal o refuerzo de procesos empresariales está transformando a nuestras empresas. La IA generativa no solamente se está convirtiendo en un motor de creatividad y eficiencia capaz de impulsar avances significativos en múltiples departamentos e industrias, sino que también se posiciona como un activo sobre el que definir nuestra diferenciación estratégica.

También debemos destacar su capacidad habilitadora de nuevos modelos de negocio o la opción de utilizarla como complemento a procesos de obligado cumplimiento regulatorio. Se trata de una transformación que va a cambiarlo todo, afectando desde departamentos de desarrollo de software hasta la interacción con los sistemas informáticos. Los programadores crearán software más rápido y de mayor calidad, mientras que los usuarios mejorarán su productividad usándolos y hablando a su ERP o CRM. Los generadores de contenido podrán crear más o mejores contenidos, estableciendo un círculo virtuoso de eficiencia operativa que, acelerando creación y adopción, llevará a las compañías más audaces al liderazgo.

La segunda tendencia es la verticalización o especialización de las nubes públicas, junto con la emergencia del Edge Computing. Al igual que ocurrió con los ERP o CRM On-Premise, las nubes públicas se están especializando por sectores, obligando al entorno empresarial a tomar decisiones de compromiso al implantarlas. Los departamentos de TI y sus responsables ya no solo deberán decidir el hyperscaler, sino también si implantar una nube vertical especializada o crear soluciones personalizadas sobre nubes públicas generales.

Estas decisiones comprometidas se verán, además, influenciadas por una tercera tendencia: la sostenibilidad tecnológica. Las empresas ya buscan tecnologías que sean eficientes y efectivas, que, además, sean respetuosas con el entorno ecológico y social. La sostenibilidad dejará de ser una preocupación moral o ética, como muestran, por ejemplo, los requisitos de solvencias técnicas en pliegos de las AA.PP., para ser un pilar fundamental de la contratación de productos y servicios corporativos. Los CIOs se enfrentarán a cuestiones sobre cómo medir y maximizar el impacto en sostenibilidad, integrándolas en sus árboles de decisión.

La aparición de estas nuevas realidades ampliará las ‘superficies de ataque’ para los ciberdelincuentes, que tratarán de desplegar sus actos delictivos. Por lo que la ciberseguridad emerge como una prioridad indiscutible. El Edge y la IA, por su novedad, se convierten en blancos perfectos para explotar vulnerabilidades.

Ingenieras e ingenieros trabajando con copilotos para programar e integrar sistemas de información, usuarios interactuando con sistemas informáticos mediante lenguaje natural, departamentos de TI procesando datos con nubes públicas verticales y decisiones de inversión fundamentadas en impacto sostenible.  Todo esto, junto con la expansión de los departamentos de ciberseguridad, dibuja la realidad de las TI empresariales para 2024.

Estas tendencias transformarán la forma en que las empresas operan y también están redefiniendo su forma de ser. Este cambio está ocurriendo a un ritmo exponencial, que nos lleva a reflexionar sobre la cercanía de la “Singularidad de Kurzweil”. Pero ¿somos conscientes de que esa singularidad está cada vez más cerca? Muchos pensamos que llegará en el siglo XXI, del que ya hemos desgranado un cuarto de este. No queda mucho.

¿Estamos realmente preparados para este inminente cambio?

Carlos Polo, Director IA & EDGE Technologies en SEIDOR, miembro grupo IA AUTELSI