Se cumplen ahora 500 años desde que Juan Sebastián Elcano completó la primera vuelta al mundo, tras casi tres años de navegación. Su expedición llegaba a Sanlúcar de Barrameda el 6 de septiembre de 1522. La valentía, el sentido del deber, el instinto y el conocimiento del mar fueron determinantes para tal logro. Los medios de navegación de aquellos tiempos eran muy rudimentarios, y la vida a bordo de aquellas primitivas naves carecía de comodidades, tecnología o seguridad. Se trataba de un viaje a lo desconocido, con una gran carencia de información geográfica y climatológica, sin posibilidad alguna de comunicarse o recibir auxilio, y repleto de posibles peligros.

Pasando del ámbito de la exploración geográfica a la sanitaria, la capacidad de acceder a información, a datos de salud, es de inmensa ayuda para facilitar la labor de los proveedores sanitarios. La principal ventaja de nuestros tiempos, es precisamente la cantidad de información disponible y la facilidad para recurrir, en cualquier momento y desde cualquier lugar a otras personas y a herramientas para obtener apoyo técnico o emocional.

Los profesionales clínicos han hecho el inmenso esfuerzo de recoger en los sistemas informáticos los datos del paciente, síntomas, diagnósticos, pruebas, prescripciones, etc… conformando lo que conocemos como historias clínicas electrónicas. Con las herramientas de Big Data es posible enriquecer y explotar esa información cruzada con datos de telemedicina, datos epidemiológicos, nutricionales, genómicos y demográficos. Esta combinación de datos permite organizar la información de manera efectiva, con un potencial valor, en los campos de la asistencia sanitaria, la gestión clínica y la investigación.

Tanto la rapidez como la precisión del diagnóstico, se ven reforzados con el análisis en tiempo real que permite facilitar la labor del médico en la detección de enfermedades. Destacan los usos del análisis de imágenes, el desarrollo de fármacos, el apoyo a la vigilancia epidemiológica y el apoyo a la medicina preventiva, que consiste en el estudio de datos genómicos para ofrecer a cada individuo la terapia más apropiada a sus características reduciendo efectos secundarios, pasando de una medicina enfocada a poblaciones a otra medicina de precisión para cada paciente.

Las técnicas de inteligencia artificial y la aplicación de Big Data en salud permiten reforzar las terapias y cuidados, con la mejora en la atención sanitaria a los pacientes crónicos, utilizando dispositivos tecnológicos de monitorización y control. Esto favorece que los pacientes tengan un mayor control de su propia atención de salud.

Además, el uso de información permite optimizar la gestión clínica, entendiéndola como la utilización de los recursos sanitarios de forma más eficiente, hacia un modelo de organización dirigido por los datos, al disponer de información de calidad sobre la demanda de servicios y calidad de los mismos, para toma de decisiones de gestión.

Complementario al uso primario de la información clínica, cada vez está tomando mayor relevancia disponer de datos organizados por su aplicabilidad directa para la participación de los centros sanitarios en ensayos clínicos. Para ello se requiere la correcta identificación mediante medios automatizados y seudonimizados de potenciales pacientes candidatos a formar parte en estudios de investigación por reunir las condiciones clínicas adecuadas. Se trata de facilitar el reclutamiento de pacientes y la captación de sus datos para agilizar determinados ensayos, con el beneficio que ello reporta para los propios pacientes y centros. En este sentido, conviene mencionar la red europea de datos de salud EHDEN (European Health Data & Evidence Network). En la que se comparte información clínica normalizada según un marco de referencia llamado OMOP, que permite estandarizar los datos clínicos de pacientes para poder realizar el análisis agregado de información procedente de diferentes socios. Supone un reto la creación de un conjunto de datos protegidos, que, sin identificar directamente a las personas, resulten útiles a la finalidad del investigador.

Por todo ello, nos encontramos en un momento en que las posibilidades en el ámbito clínico son muy favorables con una estrecha colaboración de profesionales sanitarios y tecnológicos en la implementación de modelos de explotación de información. El principal reto es disponer de abundantes datos de calidad para entrenar y enseñar correctamente estos modelos, de modo que los resultados conduzcan al puerto deseado.

Rocío Montalbán Carrasco, Subdirectora General de Transformación Digital y Relaciones con los Usuarios de la Consejería de Sanidad de Cantabria. Vocal de la Junta Directiva de ASTIC (Asociación Profesional de Cuerpos Superiores de Sistemas y Tecnologías de la Información de las Administraciones Públicas). Miembro del Grupo de Calidad y Seguridad de Autelsi.