El 25 de septiembre celebramos el día mundial del Farmacéutico. El lema de esta última edición “Fortaleciendo los sistemas sanitarios con los farmacéuticos” destaca el papel de este colectivo en la mejora de los servicios de salud.

Aunque por su capilaridad y cercanía, las oficinas de farmacia puedan ser las primeras que se nos vienen a la cabeza, existe un servicio de gran aportación sanitaria, que conocemos como farmacia hospitalaria. Surge con el desarrollo de los grandes hospitales de la segunda mitad del siglo XX, para ampliar los controles de calidad y velar por el uso seguro de la medicación.

La Farmacia Hospitalaria ha demostrado reiteradamente su compromiso y esfuerzo por la innovación y la digitalización, con contribuciones tan importantes para la seguridad del paciente como la prescripción electrónica asistida, la robotización en la elaboración fármacos o el impulso de los ensayos clínicos.

La Prescripción Electrónica Asistida es un sistema que da apoyo a todo el proceso de prescripción, validación de tratamientos, elaboración de medicamentos y control de la dispensación, junto a otros procesos complementarios logísticos y de compras. Está integrado con los brazos inteligentes del Robot de elaboración de preparados de fármacos de quimioterapia. La robotización aumenta la seguridad en el circuito, añadiendo precisión en el control de la formulación de cada paciente y minimizando errores de identificación o etiquetado. Al evitar la manipulación también se reduce el riesgo de los profesionales por la toxicidad de estos fármacos. Entre sus funciones emplea reconocimiento visual, identificación de códigos de barras y el control de movimiento e interacción con elementos para la dispensación intravenosa (infusores, jeringas y viales), dando trazabilidad a todo el proceso.

Hoy en día, es una prioridad que los pacientes de un hospital puedan formar parte de ensayos con nuevos medicamentos o acceder a terapias avanzadas y tratamientos personalizados. Además del beneficio directo que reporta a los pacientes, supone una llamada para la inversión de la industria farmacéutica, así como un reclamo para que investigadores y clínicos generen evidencia científica sobre la eficacia de nuevos medicamentos.

Los grupos de trabajo colaborativos de clínicos, tecnólogos y pacientes para allanar el camino a estas terapias es esencial, por la complejidad que suponen su acceso y el seguimiento de sus resultados. Se requieren técnicas de bigdata para explotar información existente en los sistemas de salud, tales como la historia clínica electrónica, los registros de enfermedades, las comunicaciones de reacciones adversas a medicamentos o los registros de vacunación. Además, esta información debe enriquecerse mediante canales para la participación del paciente en el seguimiento de su tratamiento a través de los denominados “PROM” (patient-reported outcome measures) para medir percepciones del paciente acerca de su estado de salud o nivel de autonomía y “PREM” (patient-reported experience measures) que recogen información del paciente acerca de la atención recibida, como puede ser el respeto, la comprensión o la atención personalizada. Esta información, junto a otros datos clínicos de seguimiento, son esenciales para conocer el resultado de un medicamento.

España es uno de los países líderes en ensayos clínicos. Esto se debe, entre otros aspectos a la solidez del sistema de salud, la legislación existente en la materia, la alta preparación de los profesionales sanitarios, las organizaciones de pacientes, el compromiso de la industria farmacéutica y la digitalización del sistema. En el caso del Servicio Cántabro de Salud, disponemos de todos los datos pseudonimizados de atención primaria y especializada convertidos a un formato normalizado, conforme al estándar OMOP, que están abiertos a la comunidad científica bajo solicitud y previa conformidad por los comités de ética, lo cual nos posiciona para participar en estudios de forma individual o federada con otros sistemas de salud.

A pesar de disponer de sistemas informáticos sofisticados en nuestros servicios de salud, como los descritos aquí, para seguir avanzando en la transformación digital debemos actuar sobre las organizaciones y sus procesos. Se requiere una alta dedicación del personal interno para fomentar la innovación, de equipos de profesionales de distintos ámbitos (clínicos, gestores, tecnólogos y pacientes) para analizar los procesos y detectar necesidades y puntos de mejora, y para certificar, validar y extender los productos. La implantación de cambios, como los que pueden derivarse de la medición de resultados basados en valor o los tratamientos de precisión, están recogidos como prioridades de inversión en los fondos Next Generation, para la adopción de soluciones tecnológicas avanzadas, pero sobre todo requieren el refuerzo de las habilidades digitales de todos los agentes implicados.

Rocío Montalbán Carrasco, Subdirectora General de Salud Digital de la Consejería de Salud de Cantabria, Vocal de la Junta Directiva de ASTIC (Asociación Profesional de Cuerpos Superiores de Sistemas y Tecnologías de la Información de las Administraciones Públicas)y Miembro del Grupo de Calidad y Seguridad de AUTELSI.