Cada vez es más habitual escuchar el concepto de NFTs, e incluso, se podría decir que está de moda. Y, desde luego, no es para menos, ya que se estima que el mercado de los NFTs ha movido 41 billones de dólares durante el año 2021.

El significado de NFT proviene del anglicismo «Non Fungible Token» que se traduce al castellano como token no fungible. En otras palabras, es un activo criptográfico que tiene la capacidad de ser único e irrepetible y que, además, vive dentro de una red blockchain. Los NFTs pueden adoptar muchas formas, como artículos de colección, entradas para eventos, documentos de identidad digital e incluso grabaciones de música y vídeo.

En la actualidad, uno de los principales casos de uso de los NFTs es el arte digital. Esta corriente de arte la podemos definir como una disciplina creativa de las artes plásticas, mediante la cual se generan obras  que incorporan tecnologías digitales tanto en su proceso de producción como en el de exhibición.

Un ejemplo, ya histórico, de este tipo de arte fue el proyecto de Terravision, una obra artística creada en la época de los 90 que representaba digitalmente la Tierra. La experiencia digital que ofrecía a los usuarios era el poder moverse libremente y en tiempo real sobre cualquier ubicación de nuestro planeta. Todo ello se consiguió mediante fotografías interactivas y en 3D generadas por imágenes de satélite y datos geográficos. De esta manera, los usuarios podían hacer turismo sin tener que desplazarse físicamente. ¿Se podría decir que fue una de las primeras aproximaciones de lo que conocemos ahora como metaverso?

Sin embargo, más allá de la obra digital, acabó convirtiéndose en una startup tecnológica con sede en Berlín que acabó sumergiéndose en pleitos legales con Google por las similitudes con Google Earth. Pero ¿qué habría pasado si esta obra de arte hubiera sido un NFT? ¿se habrían agilizado los trámites legales y las demostraciones que tuvieron que alegar ambas empresas? Nunca lo sabremos.

Los artistas digitales han sido los primeros profesionales que han decidido utilizar la tecnología Blockchain y el ecosistema de los NFTs para explotar su negocio.

Este nuevo modelo, basado en criptoactivos, les permite una manera diferente y novedosa de relacionarse con sus potenciales clientes, o incluso de poder capturarlos. Igualmente, gracias a la tecnología blockchain y a la existencia de los contratos inteligentes se pueden implementar nuevos modelos de negocio para los artistas digitales.

De esta manera, a diferencia de otros artistas que murieron sin saber que sus obras valían millones, como el caso de Vincent Van Gogh, los artistas pueden tener rendimientos cada vez que su obra es transferida  en el mercado y trazar la propiedad de esta. Todo ello sería construido mediante una aplicación descentralizada, la cual se encargaría de transferir de manera automática un porcentaje determinado de la venta al artista.

Todo este proceso aporta una trazabilidad extra que anteriormente no era posible o era muy difícil de gestionar, ya que puede darse el caso de que un cuadro desaparezca y no se pueda volver a saber de él. Pero, gracias a la tecnología blockchain esta trazabilidad aparecería de manera nativa.

En la última edición de la feria de arte contemporáneo de Madrid, ARCO, una de las tendencias que más han captado la atención de los asistentes ha sido la del criptoarte. Entre todas las obras expuestas, destaca la de Solimán Pérez, el primer artista vendedor de una obra NFT en ARCO. Su creación, que mezcla la agricultura con la economía de las criptomonedas, está representada mediante un aceite que contiene moléculas de ADN. Si una muestra de este aceite se envía a un laboratorio, se reconstruye la obra digital que hay asociada.

En esta misma línea, recientemente, Telefónica ha creado una colección de NFTs sobre los dibujos en los que Ferran Adrià refleja su teoría de la evolución culinaria. Para ello, se han basado en TrustOS, producto desarrollado y comercializado por Telefónica Tech para facilitar a las empresas la interacción con redes públicas y privadas de Blockchain. Y ha ido más allá, Telefónica también ha hecho una inmersión en el metaverso desarrollando un espacio 3D donde es posible visitar la colección y comprar los NFTs.

Con esta nueva tendencia, puede surgir la duda siguiente: ¿si soy el propietario o propietaria de un NFT también tengo los derechos de propiedad intelectual sobre este?
Actualmente, según la regulación vigente, los derechos de autor y todos los derechos de propiedad intelectual pertenecen al emisor, el cual es la única persona que tiene la facultad de poder otorgarlos.

Hoy en día y a nivel legal, el comprador de un NFT no posee más que una evidencia registrada en blockchain de que es poseedor de ese activo digital, sin embargo, de manera nativa, no tendría ni derechos de propiedad, ni de explotación. Es más, también sería interesante analizar las repercusiones legales que podrían acaecer a las personas, o empresas, que se dedican a realizar NFTs sobre obras digitales ya existentes de las cuales no tienen ningún tipo de derecho.

Un caso que ha tenido mucho impacto en el ecosistema, relacionado con la propiedad intelectual de un NFT, ha estado relacionado con un libro del artista Alejandro Jodorowsky, en el cual plasmó su intento de crear su propia película de Dune.

Esta obra fue subastada como un NFT en enero de este año, un grupo de cripto-entusiastas, llamado The Spice DAO, afirmó ser propietario de una de las copias después de haber pagado una cifra próxima a 3 millones de euros. La intención de este grupo de personas era producir una serie de entretenimiento y venderle los derechos a algún servicio de streaming, sin embargo, el haber adquirido este NFT no le otorgaba derechos sobre la propiedad intelectual.

No obstante, hay que tener en cuenta que no solo es el arte digital la principal aplicación de los NFTs, ya que estos pueden representar cualquier tipo de activo digital como, por ejemplo, una entrada o un producto comprado de segunda mano.

Partiendo de la premisa de que un token no fungible representa un activo digital único que puede ser trazado en una plataforma blockchain, este activo digital, no tiene por qué ser arte digital, si no que podría representar cualquier cosa que viva en el mundo digital o, incluso, algo físico que haya sido digitalizado desde: una imagen, una skin para utilizarla en un videojuego o, incluso, una torre de telecomunicaciones.

Otro ejemplo de ello, es el trabajo que han realizado desde el equipo de Blockchain de Telefónica Tech junto con la empresa de infraestructuras Atrebo. En él, y mediante el uso de la plataforma TrustOS, ha sido posible registrar 200.000 infraestructuras de telecomunicaciones con el objetivo de trazar en tiempo real el estado de estas y todas las operaciones realizadas, tanto a nivel operativo como logístico. Además, el uso del modelo de los NFTs permite la comercialización de los derechos sobre una torre y la implementación de modelos de micromecenazgo en base a sus rentabilidades futuras.

Por tanto, esto implicaría que los NFTs son una herramienta para la creación de nuevos modelos de mercados secundarios.

Sin embargo, un negocio tan nuevo y que mueve esta cantidad de millones es una llamada para posibles estafas. Por ello, es muy importante, a la hora de comprar o vender un NFT, realizar una investigación previa sobre la colección o el token que se quiere adquirir. Esto es debido a que la mayoría de las estafas son el resultado de la falta de investigación.

Un claro ejemplo sobre ello es el lanzamiento en Octubre de 2021 de la colección “Evolved Apes”, lanzada tras el éxito del “Bored Ape Yacht Club”. En esta colección, además de la posesión del NFT, el proyecto proponía un juego de lucha entre los simios donde los ganadores recibían recompensas en criptomonedas.

Este juego supuestamente se encontraba en fase de desarrollo, sin embargo, el desarrollador, que se hacía llamar «Evil Ape», desapareció poco después de vender los NFT tras haber conseguido 798 Ether (unos 2,7 millones de dólares en ese momento).

Por eso es muy importante, siempre que se vaya a invertir en un token no fungible, o NFT, investigar todo el proyecto que hay detrás de él y el valor que nos pueda aportar.