Las grandes crisis provocan replanteamientos en los propósitos. Todas las personas, los países, las organizaciones, necesitamos un propósito. Algo que dé sentido a nuestra vida, que nos una en un objetivo común y que nos permita percibir cierta transcendencia en lo que hacemos. Viktor Frankl lo explicó dolorosamente bien en su famoso libro El Hombre en busca de Sentido.

Hace justo un año empezó lo que es sin duda una gran crisis, y su alcance y consecuencias aún están por definirse. Durante demasiado tiempo nuestro gran propósito era el desarrollo económico. Un desarrollo medido de manera reduccionista por el PIB y que dejaba fuera muchos factores relevantes para el bienestar de las personas. Sin embargo, durante estos últimos años se ha ido extendiendo la visión de que la acción económica del ser humano tenía que ser más respetuosa con el entorno. Se ha consolidado un amplio consenso social según el cual debíamos caminar hacia un modelo de desarrollo más sostenible.

La pandemia ha cambiado también nuestra percepción sobre el valor de la salud, el entorno y el bienestar personal y colectivo. Hemos visto cómo la sociedad era capaz de asumir retos conjuntos y trabajar por el bien común de manera colectiva.

Justo antes de que todo estallara, Europa acababa de publicar su European Green Deal. El 11 de Diciembre del 2019 se presentaba un ambicioso proyecto para cambiar la economía y la sociedad europea. La visión de un futuro más verde y sostenible convertida en propósito. Ahora en la situación actual, el Plan de Recuperación Europeo mantiene ese compromiso en el centro de su propuesta.

El proceso para llegar hasta este gran consenso ha sido largo. Primero movimientos ecologistas en los años 60 empezaron a tener fuerza y a reivindicar un reencuentro con la naturaleza. Ese discurso se fue extendiendo y cobrando cada vez más fuerza en Alemania, Holanda y los países nórdicos. Otras partes del mundo eran lamentablemente ajenas al mismo. El bloque soviético o China ridiculizaban ese amor por la naturaleza y las grandes potencias capitalistas descartaban cualquier iniciativa medioambientalista en pro de un desarrollo económico cortoplacista.

No ha sido hasta este milenio, empujados por una sociedad concienciada, por el partido verde alemán y otra vez, como tantos avances en nuestro continente, por un consenso y colaboración entre la socialdemocracia y la democracia cristiana alemana cuando Europa ha colocado en el centro de su estrategia la sostenibilidad. Lo llamamos Green Deal.

El objetivo es conseguir un continente energéticamente neutro en el año 2050, impulsar la economía, mejorar la salud y la calidad de vida de los ciudadanos, protegiendo la naturaleza y hacerlo sin dejar a nadie atrás. Se trata de un reto de dimensiones colosales.

Conseguir los objetivos del Green Deal no será posible sin el uso intensivo de la tecnología. La tecnología es el elemento esencial hacia la transformación ecológica, de la mejora de los procesos productivos, de la gestión de la energía. El desarrollo tecnológico y la transformación digital no son el fin en sí mismo, pero son el medio que nos va a ayudar a conseguir los objetivos.

El proceso de transformación ecológica será global y aplicará a todos los sectores. Veremos al turismo vivir un proceso de transformación hacia un modelo más sostenible de la mano de la digitalización. Estamos viendo al sector de la automoción vivir una transformación hacia modelos de transporte más eficientes. Veremos el uso de la tecnología universalizarse en sectores como la agricultura para generar procesos más eficientes en el uso de recursos hidráulicos, veremos la tecnología aplicada a la gestión de residuos en el sector del calzado o veremos la tecnología aplicada a la gestión energética eficiente de edificios. Todos y cada uno de los sectores vivirán una transformación hacia modelos más sostenibles usando de forma intensiva la tecnología.

Durante los próximos años vamos a vivir una transformación digital que no solo va a buscar la mejora de la eficiencia productiva o de las acciones de relación con el mercado, sino que va a tener como eje de desarrollo la transición ecológica. Mejoraremos la eficiencia energética de los procesos, la salud de nuestros entornos, desarrollares la economía circular, universalizaremos el respeto a la biodiversidad, mejoraremos la gestión de recursos y en general todos los factores implicados en el cambio de nuestro modelo productivo.

El reto para los que trabajamos en la tecnología será pensar de forma creativa como podemos utilizarla para hacer un mundo más sostenible. La sociedad espera de nosotros que les ayudemos en ese proceso. Y la verdad, no me dirán que el propósito de hacer un mundo más sostenible no es bonito. Tenemos el propósito. Ahora se trata de llevarlo a cabo.

Leonard Pera, CEO de Open-Ideas, y presidente del Grupo Internacional de AUTELSI