La tecnología permitirá garantizar los derechos fundamentales incrementando la competitividad europea

Los desafíos para impulsar la transición hacia la economía digital, tanto española como europea, son significativos. El hecho de no contar con una industria tecnológica autosuficiente nos sitúa en una situación muy complicada, atrapados en una guerra comercial entre Estados Unidos y China.

La tecnología nos ha mostrado su carácter transformador durante la pandemia del COVID-19 (SARS-CoV-2), proporcionándonos cierta cotidianidad (la capacidad de comunicarnos, trabajar desde casa, disfrutar del ocio online, formarnos en plataformas educativas, realizar compras telemáticas,. …) En definitiva, se ha revelado como una gran aliada incrementando nuestra capacidad de resiliencia ante situaciones inéditas. Sin embargo, no disponemos aún de su acceso universal. Coexisten brechas digitales que es necesario solventar, mejorando la capacitación digital y la conectividad en todo el territorio nacional, para evitar riesgos de exclusión social y económica. Los fondos europeos nos brindan una oportunidad única para lograrlo.

Los europeos aprecian claramente el valor de la tecnología. Según el eurobarómetro de septiembre-2021, el 86 % de las ciudadanas y ciudadanos europeos piensan que la influencia general de la ciencia y la tecnología es positiva.

Hemos procurado reglamentos, leyes, y normativas reguladoras para salvaguardar nuestra privacidad y seguridad, al mismo tiempo que fomentamos la transformación digital como elemento clave para mejorar nuestra competitividad económica y evolucionar nuestra sociedad a otra más inclusiva y sostenible.

El Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) concilia la importancia de la protección de las personas físicas en lo que respecta al tratamiento de sus datos personales con el valor de la libre circulación de sus datos. Es un aliado imprescindible para aunar progreso y garantía de derechos.

Sustentado en la proactividad y en el enfoque basado en riesgos, el RGPD nos aporta unos principios sencillos: licitud, lealtad y transparencia, limitación de la finalidad, minimización de datos, exactitud, limitación del plazo de conservación, integridad y confidencialidad, y responsabilidad proactiva.

En el ámbito de la responsabilidad proactiva contamos con dos principios fundamentales, a tener en cuenta desde la concepción de los proyectos: la protección de datos desde el diseño y la protección de datos por defecto. Para seguirlos disponemos de de Tecnologías de Mejora de la Privacidad (PET), como el cifrado homomórfico, la privacidad diferencial, y las pruebas de conocimiento cero. entre otras, que seguirán evolucionando con el tiempo.

Los supervisores y autoridades de protección de datos son conscientes del valor de la tecnología y de cómo es posible integrarla, garantizando nuestros derechos, nos proporcionan recomendaciones y guías para ello.

Podemos mencionar las Directrices 02/2021 sobre asistentes de voz virtuales del Comité Europeo de Protección de Datos y la hoja de ruta de la AEPD para proyectos del «sandbox» de transformación digital, con consideraciones en materia de protección de datos, entre muchas otras.

Las perspectivas son optimistas, los resultados de la manifestación de Interés del Hub español de GAIA X arrojan una alta participación de pymes y micropymes (50%), y tan sólo el 50% del total de organizaciones no disponían de experiencia en PET.

Se abren por ello interesantes perspectivas de negocio para nuestro país si es capaz de liderar la incorporación del valor diferencial que aporta la privacidad.

 

Carmen Cabanillas Serrano, Delegada de Protección de Datos Certificada (AEPD—ENAC), Subdirectora General de Gobernanza en Materia de Registros, Función Pública. Presidenta de ASTIC, y miembro del Grupo de Regulación de Autelsi