Existen dos tipos de personas en el mundo. Aquellas que les gusta entender a fondo un “fenómeno complejo” antes de “abrazarlo” y aquellas personas que se “abrazan” directamente al “fenómeno” y van descubriendo sobre la marcha como controlarlo, aunque no lo entiendan apenas. Parece que es realmente difícil guardar un equilibrio entre ambas cosmovisiones.

En el pasado artículo hablé de ChatGPT y mi percepción de que los Modelos Grandes de Lenguaje (LLM en inglés) son la base de la «nueva electricidad» en la que se va a convertir la Inteligencia Artificial (IA), e intenté ponderar su impacto en las empresas y en la Sociedad. Para ello usé ChatGPT a modo de herramienta para el diseño de mi experimento sobre una «humanidad aumentada» gracias a la IA. Mientras esto sucedía, uno de mis hijos y dos amigos míos, cada uno de los tres en distintas etapas de la vida, se estaban aproximando al “fenómeno” por la vía de los hechos consumados.

El primero de mis amigos -ya jubilado-, desde hace años escribe novelas históricas autoeditadas, con un éxito remarcable. El público aprecia en él sus documentadas tramas históricas y la verosimilitud de sus personajes. Al ser auto editor y no tener buena mano para el dibujo, lleva cerca de dos años usando los distintos LLM que existen para generar las imágenes o avatares de todos sus protagonistas, así como para diseñar sus portadas.  Su conclusión es que lo más importante es aprender a preguntar de la forma correcta para obtener los resultados deseados. Y apenas ha comenzado su exploración: podría pedirle ayuda a la IA con aspectos de su novela: el número de personajes, su personalidad, el estilo, la trama, etc.

El caso de mi otro amigo es completamente diferente, se trata de una persona de mediana edad, experto en técnicas de impresión 3D, que trabaja en una importante empresa tecnológica española. Su puesto de trabajo, como el de muchos otros, es una batalla diaria por el tiempo, (lo llaman ahora productividad). Está probando con varias herramientas que le permiten resumir documentos largos o autocompletar sus propios textos, escribiendo de manera más rápida sus correos electrónicos (un sumidero de tiempo). Con su permiso reproduzco unas líneas de nuestra conversación:

“Mira, acabo de hacer una actividad de inglés solo con aplicaciones IA – me decía.

  1. En una me ha contestado a la pregunta.
  2. En otra me ha hecho una Imagen con el texto.
  3. En otra me ha generado un mp3 con ese mismo texto.
  4. En otra me ha hecho un vídeo con un avatar recitando el ejercicio.

Brutal.”

Este amigo, también está, como todos nosotros, al principio de su exploración. Podría usar la IA para incorporar restricciones físicas o funcionales a sus piezas, aplicando un proceso de diseño generativo de piezas en 3D, que le permitieran generar no ya dos o tres alternativas, sino un par de decenas.

Finalmente, uno de mis hijos, me ha dado el último ejemplo de uso de LLM que quiero comentar. En una “típica” sobremesa sobre inteligencia artificial hace unos meses hablamos de ChatGPT. Me sorprendió saber que él ya lo estaba utilizando para resumir textos y realizar redacciones que le permitieran ganar tiempo para simultanear el emprendimiento con sus estudios. Cuando le informé que ya hay algunos programas capaces de detectar si un texto estaba escrito por un LLM, varió su forma de trabajar modificando los textos de manera que se convirtió en un proceso de co-creación entre ser humano y máquina, de manera que su resultado ya no podía ser detectado como una creación de una IA (porque realmente ya no lo era). A continuación, pasó a utilizarlo en su emprendimiento: el diseño de los textos y las imágenes del sitio Web, ayuda en el proceso creativo de generación de nombres para su proyecto, la asistencia en la preparación de las actividades para los niños y jóvenes en sus campamentos, la mejora de su currículum, etc. Iba pasando del español al inglés si veía que las respuestas en español no eran suficientemente buenas (ChatGPT es claramente mejor en inglés). Su conclusión, nuevamente, es que todo el mundo puede usar estas LLM, la diferencia está en aprender a preguntarles las cosas de manera distinta a los demás, siguiendo un proceso iterativo de refinado.

Pero a mí, que pertenezco a la otra cosmovisión, lo que más me atrae es el denominador común que asoma en todos ellos, a saber: la utilización de estos LLM como asistente personal y la posibilidad de que para muchos se convierta en una especie de oráculo, pues ChatGPT y otras herramientas similares parecen un “sabelotodo”, un polímata, como ya no quedan desde la muerte de Leonardo da Vinci hace más de cinco siglos.

Este uso como oráculo, al tiempo que abre debates éticos interesantísimos, nos alerta sobre la necesidad de fomentar el conocimiento de las humanidades y el espíritu crítico, pues estos sistemas de IA pueden estar “brillantemente equivocados”.

Como sucedió con la energía eléctrica, los nuevos sistemas de IA se usarán para cualquier cosa, con la necesidad como elemento conductor. Esta transversalidad es lo que convierte esta tecnología en absolutamente revolucionaria. La conclusión siempre es la misma: la nueva electricidad está más cerca…hasta que nos olvidemos de ella y el centro de todas las discusiones pase a ser la computación cuántica, la biotecnología, la genética, la nanotecnología o los viajes a otros planetas.

Santiago Ferrís Gil, jefe del Servicio de Telecomunicaciones de la Generalitat Valenciana y miembro del Grupo de Telecomunicaciones de AUTELSI.