En la última década se ha hablado mucho de las “ciudades inteligentes” y de cómo los avances en la transformación digital de las urbes permiten mejorar el servicio a los ciudadanos, su hábitat y calidad de vida, y al mismo tiempo la sostenibilidad. Pero ¿cuál es el corazón de la así llamada inteligencia?

Para que una ciudad se convierta en “inteligente”, la misma debe ser capaz de extraer los datos de los diferentes dispositivos ubicados en sus lindes, como por ejemplo las papeleras, las farolas, los semáforos, los dispositivos de riego y un largo etc. para actuar sobre esta información y poder tomar mejores decisiones acerca del entorno.

Lo que permite el Internet de las Cosas es conectar diferentes dispositivos ubicados en un núcleo urbano (luminarias, contenedores, farolas, sistemas de riego, etc.) y añadir sensórica para que la urbe sea capaz de medir diferentes parámetros y de relacionarlos con las variables del entorno. Gracias a ello, estos dispositivos son capaces de interactuar con lo que hay alrededor. Por ejemplo, si un sensor ubicado en una zona verde pública registra un nivel de humedad inferior al indicado, alertará para que el riego se active, aunque este último no haya sido programado, y viceversa.

Hoy, el avance del Internet de las Cosas también va ligado a otras varias tecnologías emergentes, desde el Edge Computing que en el ámbito de las ciudades inteligentes permite procesar la información de los sensores más cerca de los mismos y por tanto con mayor rapidez, pasando por la Inteligencia Artificial con la que a los datos recabados se aplican algoritmos y fórmulas para obtener conclusiones e insights, hasta las redes 5G necesarias para todas aquellas aplicaciones que precisen una baja latencia y un alto ancho de banda, como por ejemplo en el uso de los vehículos autónomos.

La integración de los diferentes casos de uso, una prioridad

En los últimos años, las urbes españolas han hecho avances muy importantes en el despliegue de las TI, por ejemplo, en proyectos de alumbrado, riego o movilidad inteligentes. Lo que, sin embargo, llama la atención es que la mayoría de estos proyectos han sido llevados a cabo de manera independiente. Como resultado, el principal reto hoy para seguir avanzando es integrar todas estas aplicaciones y casos de uso separados sobre una única plataforma tecnológica. Y son este tipo de iniciativas de integración de software las más demandadas hoy en día,

El enfoque para el desarrollo de proyectos de Smart city que se sustenta en una arquitectura común para todos los casos de uso, teniendo que cambiar únicamente los sensores (p.e. sensores de luz, proximidad, temperatura…), brinda un modelo diferencial con múltiples ventajas. Entre sus beneficios se cuentan: la capacidad de un crecimiento modular, pudiendo empezar por un caso de uso enfocado en la optimización de costes y reinvertir el ahorro obtenido para financiar nuevas iniciativas; el ahorro de costes, puesto que se rehúsa la infraestructura existente para nuevos casos de uso o una plataforma única.

Asimismo, para dar un impulso decisivo al desarrollo de proyectos de ciudades inteligentes, todos los actores del mercado TI con ofertas en este ámbito deberíamos apostar por unas redes IoT abiertas, neutras e interoperables que garanticen la conectividad de todos los dispositivos por un protocolo común y normalizado.

Laura Guijarro, líder de Edge Computing e IoT en Kyndryl España y Portugal y miembro del Grupo de Telecomunicaciones de AUTELSI.